Eric Alcantud • 2025-03-31
¿Mides bien el EVA? Calcula y comunica el valor económico agregado real al comité. Evalúa capital, WACC y rentabilidad con criterios financieros sólidos.
No todos los beneficios cuentan la verdad. Puedes presentar un EBITDA sólido, un crecimiento interanual en ingresos y una rentabilidad contable impecable… y, aun así, no estar generando valor real para tus accionistas.
En la sala del comité, esto se nota cuando, tras mostrar los resultados financieros, llega la pregunta incómoda:
“Sí, pero… ¿hemos creado valor?”
Es ahí donde entra el EVA (Valor Económico Agregado). No como un KPI más, sino como la métrica más esencial para medir si las decisiones financieras y operativas están superando el coste del capital invertido.
Lo complejo no es calcularlo. Lo complejo es medirlo bien y comunicarlo con claridad, de modo que el CEO, el comité y los inversores entiendan —sin rodeos— si están generando valor, destruyéndolo… o simplemente sobreviviendo.
El EVA no es una métrica contable. El EVA (Valor Económico Agregado) permite al CFO medir si el rendimiento operativo supera el coste del capital empleado. Es una medida económica de rendimiento que compara el NOPAT (beneficio operativo neto después de impuestos) con el coste del capital empleado. En otras palabras, cuánto valor neto genera la empresa después de pagar todo, incluido el coste de financiarse.
Fórmula base:
EVA = NOPAT – (Capital empleado × WACC)
Donde:
En muchas empresas, el foco está puesto en métricas contables que, si bien útiles, no reflejan el coste del capital ni la eficiencia en su uso. Un EBITDA creciente puede ocultar un EVA negativo. Es decir, la empresa gana… pero gasta más en financiarse que lo que genera en valor neto.
Para el CFO, presentar el EVA permite:
Calcular el EVA de forma superficial puede llevar a conclusiones erróneas. Muchos CFOs caen en el error de usar cifras contables puras, sin ajustes, lo que distorsiona el valor económico real.
Ajustes críticos:
Un EVA mal calculado puede llevar a premiar decisiones que, en realidad, destruyen valor. Ejemplo clásico: aumentar ventas a crédito, aumentar el capital empleado, pero sin superar el WACC → EVA negativo.
La clave no está solo en mostrar el número, sino en construir una narrativa que lo conecte con decisiones pasadas y futuras.
Ejemplo de presentación efectiva:
Esto alinea a dirección y accionistas en torno a lo que realmente importa: el valor neto creado por cada euro movilizado.
Un CFO estratégico no solo presenta EVA consolidado. Va más allá: desagrega por unidad de negocio, producto o geografía, permitiendo tomar decisiones quirúrgicas.
Caso real: una empresa con EBITDA positivo consolidado descubrió que dos divisiones con capital intensivo generaban EVA negativo. Ajustaron inversión y enfoque comercial, mejorando ROCE y rotación de activos.
Un EVA negativo no siempre es un fracaso. Puede ser una inversión a futuro. Lo crítico es mostrar:
El comité no espera EVA positivo siempre, pero sí espera que el CFO lo mida, lo explique y tenga una estrategia.
Presentar el EVA no es solo mostrar eficiencia. Es demostrar liderazgo financiero, capacidad de anticipación y criterio de asignación de capital.
El CFO que mide y comunica correctamente el EVA no solo reporta, influye.
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